Lecciones de marketing
Si hay algo que caracterice a los diferentes partidos del entorno abertzale son sus escasos conocimientos de marketing. Resulta paradójico que un colectivo político tan dado al rebranding se muestre incapaz de encontrar una imagen que inspire confianza en el electorado. El pasado sábado, sin ir más lejos, ANV presentaba su candidatura a las elecciones de marzo subiendo al escenario montones de fotos de presos de ETA. De acuerdo, no voy a negar que el espectáculo sea visualmente efectista, pero eso no vende.
A mí me gustan más esos partidos demócratas que, a pesar de sacar al estrado a seres de la altura moral de un Ángel Acebes o un Rubalcaba, colocan de decoración de fondo jóvenes de todos los sexos, razas y religiones para que, a la vez que dan color a la escena y hacen bonito, nos podamos entretener fijándonos en el escote que luce la adolescente afiliada de la segunda fila o en la cara de pánfilo que gasta el militante que se sienta a su lado. Esto, créanme, distrae y hace un mitin más ameno. Porque yo al menos me aburro como una ostra viendo fotos en blanco y negro de señores con bigote o barba mientras otra señora con bigote o barba habla de la independencia.
¿Qué preferirían ustedes, la felación que la belga Tania Derveaux prometió en su día a los primeros 400.000 votantes que se inscribieran en su lista electoral o los 400 euros que Zapatero nos promete a los contribuyentes que le votemos? No hace falta que respondan ni que miren para otro lado. Si son ustedes varones sé que se han decantado por la mamada. ¿Quiero decir con esto que más le valdría al Gobierno repartir rodilleras entre sus ministras que prometer un puñado de euros? No, tampoco es eso, porque al igual que Derveaux incumplió su promesa Zapatero hará lo propio cuando revalide su tarjeta de residente en La Moncloa.
Se preguntarán a dónde quiero llegar. Pues sencillamente a la máxima, tantas veces repetida, que afirma que el sexo vende. Todos recordamos, no sin cierta vergüenza ajena, aquella madre de Serradilla del Arroyo desnuda sobre la mesa de amasar el pan, aquella otra que tapaba sus encantos con una piel de zorro y la escopeta de su esposo, o aquella otra estampa (sufro sólo de rememorarlo) en la que el espumillón era el protagonista absoluto. Muchos pensarán que hicieron el ridículo, y posiblemente no se equivoquen, pero al menos consiguieron su objetivo, que sus hijos no se quedaran sin actividades extraescolares gracias a las ventas del insólito calendario.
Más recientemente las jugadoras del equipo de softball (aparentemente es un deporte) de Viladecans decidieron posar desnudas en las páginas de Interviú con el fin de lograr una mejora de las instalaciones en las que entrenaban. Les salió mal la jugada y el equipo las expulsó, pero gracias a la polémica no tardarán en encontrar patrocinadores que les financien un equipo en condiciones.
He dicho antes que los partidos abetzales eran nulos en lo que a márketing se refería, pero llegados a este punto quiero hacerles un favor dándoles una idea. ¿No se habrán dado cuenta de que los calendarios de desnudos nunca dejan de ser noticia a la vez que obtienen inmediatamente la simpatía y el apoyo de la prensa gratuíta y, por ende, también la del pueblo llano? ¿Que Garzón amenaza con ilegalizar ANV y EHAK? Pues dense prisa y saquen a la venta un calendario con todas las parlamentarias independentistas enseñando carnes. No sólo conseguirán el apoyo popular y vía libre para presentarse al Congreso, también harán realidad una de mis fantasías, tener a la alcaldesa de Hernani, ejerciendo de Miss Marzo y luciendo liguero, colgada de la pared de mi cuarto.
Escuchando: Antónia Font - Wa Yeah!