Menos mal que no tengo acciones de Iberia, que si no me estaría tirando de los pelos al ver cómo están perdiendo valor estos días. Soy un ignorante, y muy especialmente en lo que a temas económicos se refiere. Por eso seguramente me equivocaré al afirmar que la culpa de la crisis de Iberia no es la decisión de Caja Madrid de seguir siendo accionistas de la aerolínea, tal y como aseguran los entendidos. Sin embargo voy a atreverme a exponer mi teoría.
Si ustedes han viajado últimamente en avión lo habrán hecho muy probablemente en una de esas líneas aéreas baratas que anuncian sus precios a tamaño de letra XXL en andenes de metro y dobles páginas de la prensa gratuita. No voy a ponerme a listar los nombres de estas compañías porque como cada dos por tres aparece una nueva seguramente me dejaría muchas sin nombrar, aunque de sobra saben ya a qué aerolíneas me refiero, no tienen más que recordar sus últimos vuelos para que se les vengan los nombres a la cabeza. Así que si ustedes, al igual que yo, ya sólo viajan en compañías de bajo precio y no recuerdan la última vez que volaron en Iberia, no hay más que seguir una sencilla regla lógica para deducir que si Iberia no tiene clientes es de esperar que el valor de sus acciones baje.
Sé que lo que acabo de contar lo puede rebatir fácilmente cualquier repetidor de primero de Económicas, pero en realidad sólo era una introducción para hablar de un fenómeno que me interesa mucho más que el mercado de valores. El abaratamiento de los precios de los vuelos no sólo ha conseguido que cambiemos nuestra semana de vacaciones en el pueblo por un viaje a Centroeuropa sin que nuestra cuenta corriente se resienta, sino que ha engendrado un nuevo tipo de viaje de placer. Como los espectadores de Espejo Público ya sabrán más que de sobra, hoy en día es más que habitual que cualquier Betty de Kensington o un Helmut cualquiera de Munich cojan un avión un sábado por la tarde con destino a Málaga o Mallorca, celebren allí su despedida de soltero o cena de empresa, y el domingo por la mañana estén durmiendo la mona en el vuelo de regreso.
Los precios económicos del vuelo, unido a que aquí los güiscolas, las raciones de droga y los lupanares son bastante más baratos que en Europa, han hecho que el turismo express en busca de sexo, drogas y música electrónica sea uno de los negocios más lucrativos del momento.
Hay un capítulo de Los Simpson, cuando Homer se convierte en Max Power, en el que Trent Steel le dice a Max que por ser quienes son han sido bendecidos con el éxito y privilegios, pero que estos privilegios que da la fama también traen consigo una serie de responsabilidades. Siempre me acuerdo de esta frase cuando veo a Angelina Jolie o a Madonna paseando por un campo de refugiados del Tercer Mundo buscando un niño lo suficientemente fotogénico al que poder adoptar. No voy a criticar a estas estrellas por lo que hacen, todo lo contrario, siempre que puedan sacar a un niño huérfano de la miseria, aunque sea un huérfano con padres, y darle una vida mejor me parecerá que es algo bueno que hacen por la criatura y por lo tanto digno de elogio.
La fiesta que Helmut o Betty se puedan pegar en una localidad costera española no tiene, ni de lejos, el glamour ni la sofisticación que tendría un sarao en Bora Bora o en Dubai, pero también te puedes pillar una hermosa borrachera en Benidorm. Y de igual manera puedes ser solidario sin necesidad de irte a Malawi a adoptar un negrito. Naomi Campbell se ha dado cuenta y en vez de cruzar medio planeta para sacarse la foto con las víctimas de algún terremoto o tsunami, ha preferido venirse a un colegio de Madrid a repartir juguetes a los niños españoles. Y no se ha ido precisamente a ejercer de solidaria a Usera o Villaverde, sino que la modelo ha elegido Alcobendas, uno de los municipios con mayor renta per cápita de la Comunidad de Madrid, para su performance altruista.
Esperemos que la solidaridad express se convierta pronto en moda y comiencen a llegar manadas de ingleses a Barajas trayéndonos ropa usada, leche en polvo y medicinas del mundo civilizado.
Escuchando: Ramiccia + - Peligro