Ya pueden perdonarme que no haya contado aún nada de mi primera semana de vida, pero nada más cortarme el cordón perdí mi conexión umbilical y hasta que no he llegado este mediodía a Zarzuela no he podido conectarme al wireless de palacio. De todas formas supongo que poco podré contarles que no hayan visto ya a través de la televisión. Seis meses llevaban algunos de ustedes chinchándome diciéndome que iba a salir niño y moreno y por fin hoy ha podido comprobar toda España que Cova no mentía, que Cova es más rubia que muchas nórdicas. Bueno… Cova… que ahora les ha dado por llamarme Leonor, pero bueno… eso es un nimio detalle. De hecho en nuestra familia tenemos la costumbre de llamar Felipe Juan a Froilán, Vicky a Victoria Federica, a la tía Cristina la llamamos Cris y al tío Jaime… esperen, creo que estoy hablando demasiado.

Decía que seguramente habrán visto por televisión todo lo que pasaba en la clínica, aunque imagino que lo único que habrán visto era lo que pasaba fuera, cuando entraban y salían mis visitas. Porque vino a verme todo el mundo: mis abuelos, mis bisabuelos, mis tíos, mis primos, los tíos de papá, los primos de papá, amigos, ministros, conocidos, empresarios,… En la habitación de al lado había una familia de gitanos velando la agonía de un patriarca y a nuestro lado parecían una familia monoparental. Aparte de las visitas también tuvimos a papá, que con la excusa de la baja paternal se ausentó algunos días del trabajo ése que hace y se quedó en la clínica viendo unos deuvedés de “Comando G” que me había comprado porque no encontraba la sección de peluches del Hipercor. O eso decía.

¿Qué más anécdotas puedo contar de mi estancia en la clínica? La verdad es que han pasado muchas cosas: enfermeras que entraban con móviles con cámara escondidos entre las toallas, amigas de mamá que venían a verme y me sacaban parecidos con antiguos compañeros de trabajo, las caras de asco que ponía papá cada vez que me cambiaban las enfermeras los pañales,… pero lo más gracioso fue cuando tuvimos que encerrar dos horas a Felipe Juan en el armario porque por fin comprendió el concepto de sucesión al trono y no paraba de chillar.

Pero hoy por fin he salido y ya estoy en casa. Esto es enorme, hay dos piscinas, una cubierta y otra al aire libre, un salón grandísimo que moviendo un poco la mesa se puede montar una pista de baile más que decente, y luego hay un minibar que tiene más de bar que de mini. En cuanto mis padres se vayan fuera un fin de semana monto una fiesta en casa. Ah, bueno, se me olvidaba. A mí me han instalado en la habitación de invitados, que la han acondicionado especialmente para mí con posters de las Supernenas, de Pucca y de una tal Heidi. Papá ya está pensando en el próximo parto, dice que por espacio que no sea, que aunque ahora esté ocupada la habitación de invitados todavía nos quedan el cuarto de convidados, el dormitorio de visitantes, la alcoba de albergados, el cuarto de acogidos, la estacia de las visitas, el aposento de asistentes,…