Esta mañana, mientras esperaba a que llegase el metro mirando uno de esos monitores de Canal Metro Madrid en los que emiten ininterrumpidamente noticias absurdas que a nadie interesan pero que todo el mundo contempla ensimismado, ha aparecido de repente una noticia que hablaba de la publicación en Dinamarca de una novela de intriga basada en las andanzas del juez Garzón, ese hombre que juega partidos de fútbol contra la droga y que sueña con ganar un Nobel (no me pregunten qué ha hecho para merecérselo).

Si sólo hubiera sido ésta la noticia no me habría sorprendido demasiado, pero cuando he empezado a reirme ha sido cuando he leído en los subtítulos que en la novela Garzón vive un apasionado romance con una agente del servicio secreto danés y que al final muere por culpa de un complot organizado conjuntamente por la mafia y ETA. Vamos, igual que en las películas de superhéroes, que al final se tienen que aliar el científico loco y el forzudo guerrero millonario para acabar con el protagonista.

No me acababa de creer lo del libro, y cuando he llegado a casa lo he buscado en Intenet, ¡y era verdad! A ver cuándo lo traducen al castellano, que ese libro promete.

Tenía pensado subir algún día esta foto a mi weblog, pero tampoco tenía mucha prisa en hacerlo, tenía miedo a que la gente me mirase mal por fotografiar máquinas de condones. Pero hoy he visto que en otro weblog alguien se me ha adelantado, así que una vez roto el hielo posteo también mi foto.

No sé qué tendrán de especial los distribuidores de preservativos londinenses, pero lo cierto es que yo también saqué la foto hace unas semanas en la capital inglesa. Bueno, miento… sí que sé qué tenía de especial mi distribuidor: todos los condones que ofrecía eran de sabores y la cosa no acababa en la fresa y en el plátano. Había condones de helado, de after-eight, de cerveza, de whisky, de coco,… y el que me dejó boquiabierto: con sabor a curry. No pude resistirme y también tuve que desenfundar la cámara en los servicios de caballeros.